Centros educativos y trabajadores sociales

A menudo escuchamos hablar del papel del/la trabajador/a social en los Centros de Servicios Sociales, escuchamos hablar de lo esencial del servicio y, por supuesto, no falta razón; sin esos servicios seguiríamos en la beneficencia y en la caridad. Pero, ¿por qué no se habla del trabajo social en los centros educativos?, ¿por qué no se les da la importancia que requiere?, ¿acaso las familias y menores sólo deben estar en seguimiento en sus centros de servicios sociales y el centro educativo debe mantenerse al margen?; claramente, la respuesta es NO. La coordinación entre ambos centros es imprescindible para que los alumnos puedan recibir la educación necesaria.
Cuando un alumno no tiene sus necesidades sociales cubiertas, se producen una serie de acontecimientos en cadena que pueden llegar a un resultado no deseado. Por ejemplo:
Un alumno/a acude al centro escolar con problemas familiares, que le afectan a su estado de ánimo, su atención, la relación con sus iguales, a su concentración y a la relación con el profesorado, entre otros.
El alumno se comporta de manera inadecuada en el aula y en los patios.
El/la docente es conocedor/a de que ese alumno tiene problemas familiares y no puede hacer nada por ayudarlo, pudiendo llegar a un estado de frustración por no poder “engancharlo” en las clases y perdiendo motivación, lo que puede afectar a la calidad educativa del alumnado restante.
El alumno/a comienza a faltar al centro educativo, produciéndose absentismo escolar.
Como consecuencia del absentismo escolar, el alumno/a puede llegar a una situación de fracaso escolar.
Como consecuencia del fracaso escolar, se puede llegar al abandono escolar, dando lugar situaciones de exclusión social, en el peor de los casos.
Puede parecer muy exagerado, si bien, a día de hoy esto existe en los centros escolares.
Los centros educativos deben contar con la figura del trabajador/a social y muchos de ellos no cuentan con estos profesionales, justificándose en afirmaciones como: “en mi centro no hay gente pobre, inmigrantes o gitanos”, “mi centro es privado y/o concertado y no van ese tipo de personas”. A estas afirmaciones, que hemos escuchado en bastantes ocasiones, hay una respuesta clara y firme: el Trabajo Social no es asistencialista , eso ya pasó, y en los diferentes ciclos de la vida, podemos sufrir situaciones en las que necesitemos acudir a este tipo de profesionales, sin importar nuestra capacidad económica, cultura ni origen.
Vamos a repasar y a recordar la definición de Trabajo Social consensuada en Melbourne en julio de 2014 , definiéndose como una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.
Creemos firmemente que el trabajador social en los centros educativos, es imprescindible, necesario e insustituible; sin este profesional el centro educativo estaría incompleto. El colegio se enmarca dentro de un conjunto de sistemas, donde la institución escolar tiene que ser entendida como una estructura de interacción con otros sistemas, tales como el familiar y social, con los que debe mantener una permanente interacción.
Cada profesional tiene sus objetivos y funciones, diferentes a la de otros profesionales. Si bien, todos ellos deben de estar coordinados, todos son importantes para dar una atención integral al alumno/a que acude al centro a recibir un derecho, la educación.